"La meticulosidad conduce a menudo a la tiranía" (Rudolf Allers)



domingo, 17 de octubre de 2010

UNO MÁS EN DELHI

Caos en los barrios, motocicletas y bicis suicidas. Coches viejos en los que viajan indios delgados y sonrientes bajo un cielo plagado de rapaces. Los niños se agolpan a tu paso y te piden dinero diciendo al mismo tiempo "luego, luego", que es lo que oyen a los turistas españoles.

En la gran mezquita, con los pies descalzos, cruzo una majestuosa entrada flanqueada por cúpulas atestadas de palomas. De fondo, más niños, mujeres, hombres, todos se lavan las manos en el agua estancada antes de ofrecer sus oraciones.

La elegante tumba de Gandhi, un mausoleo rodeado de naturaleza en el que reina la no violencia. Chicos que se cogen por los hombros, como si fueran novios. Son los ayudantes del conductor y utilizan sus brazos como intermitentes. En esas uñas hay una marca que dice que ya han votado en las últimas elecciones. Más de 2.000 subcastas y más de 300.000 dioses. Más de 17 millones de personas en Delhi.

Cuando alguien enfoca su cámara, ellos posan con profunda mirada porque les puede la curiosidad o porque desconocen qué pasa. En los mercados, empalmes de cables sobre una caótica calle que igual sirve de reposo a una vaca que a un grupo de monos. Tiendas que venden coches por piezas, alfombras, frutas, pescado, pollos vivos, chivos con la cabeza cortada.

Ruido y más ruido antes de cenar con el embajador. Edificios y ministerios vacíos cuando a la 13.00 los funcionarios salen en la hora del recreo.

Todos nos pitan porque la pobreza es atrevida y no tiene nada que perder. Y todo en medio de una niebla que no se sabe en qué proporción es polución o calima. Por la noche, en el hotel Taj Mahal, unos bombones me dan la bienvenida junto a una tarjeta con una cita de Keats: "O magic sleep!...great key to golden places". Mañana daré forma a todas esta notas...

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