"La meticulosidad conduce a menudo a la tiranía" (Rudolf Allers)



lunes, 5 de abril de 2010

Nº 4.298.464

Hay un avión que cada cierto tiempo vuela a la U.R.S.S. recorriendo el escaso metro y medio que separa los altavoces de mi equipo de música. Al principio sólo se escucha su ruido de turbinas a lo lejos y luego se va haciendo cada vez más presente hasta que, invisible, pasa ante mis ojos y casi puedo sentir mi pelo balancearse.

En ese momento George Harrison suelta un par de sonidos sin pretensión de melodía e inmediatamente toda la banda empieza a tocar una sola nota cortada, 'crescendo', como los aviones cuando despegan. La canción ya está lanzada y Paul McCartney entra en acción con un grito en falsete para dejar claro que eso es un rock n' roll. Segundos más tarde empieza a cantar: “Flew in from Miami Beach BOAC / Didn't get to bed last night / On the way the paper bag was on my knee / Man i had a dreadful flight / I'm back in the U.S.S.R / You don't know how lucky you are boy / Back in the U.S.S.R.”

En ese momento me pongo a hacer cosas por casa, pero siempre con un sentimiento reconfortante, ese poso que la belleza deja en el alma.

El disco blanco de los Beatles. Me lo regaló mi hermano hace unos años. Hasta entonces no lo había oído entero ni una sola vez. Soy de esos tíos raros que descubren a los Beatles cuando al resto del mundo ya no le emociona Yesterday. Pero es así. Me compró el vinilo con un cariño iniciático. ”Por lo visto no es fácil encontrar esta edición - me dijo -. Lleva las fotos de los cuatro dentro”. Entonces no existían los posters, así que la gente las pegaba en la pared. Total, que hay muy pocas ediciones por ahí con las fotos originales. La mía es la Nº 4.298.464.

Me gustó mucho la exclusividad que me brindaba aquel disco. Yo tenía las fotos y el resto de los mortales puede que no. Pero lo cierto es que aún no me gustaban los Beatles. En lo que se refiere a la música, seguía en esa fase maniqueísta en la que o eres de los Beatles o de los Rolling. Yo siempre he sido de los Stones.

Pero cuando tienes que barrer buscas ese disco que nunca pones porque intentas que esa siempre aplazable tarea se convierta en un momento mínimamente interesante. Fue así como empecé a 'pinchar' aquel disco blanco, a escuchar con atención el avión que viaja a la U.R.S.S. pasando de un lado a otro de los altavoces y cuando me enamoré de esas turbinas que parecen subir al cielo, como una púa que rasgase la cuerda más grave de una guitarra después de que McCartney cante “Didn't get to bed last night”.

Sin embargo, últimamente la dichosa canción me trae un recuerdo. Es de mi amigo Gonzalo, de cuando aprendíamos a tocar la guitarra y, aún sin batería, ensayábamos nuestras primeras canciones. Era verano.

- ¿Por qué no tocamos Back in the U.S.S.R.? - me preguntó.
- ¿De quién es esa? - le respondí sin arrepentirme de mi ignorancia.
- De los Beatles - me respondió algo incrédulo.

Al final le convencí para tocar Jimpin' Jack Flash, de los Stones. A él no le importó porque siempre tuvo más gusto que yo y ya para entonces era de los Beatles y de los Rolling, sin distinción.

No quise tocar aquella canción porque los Beatles eran el grupo de nuestros padres y porque U.S.S.R. era difícil de pronunciar. Así que, después de aquel intento, en aquel verano eterno, en aquel barrio madrileño, junto al aeropuerto, no volvimos hablar del tema.

Pero seguimos tocando la guitarra. Al final alquilamos un local de ensayo junto a las pistas del aeropuerto y allí, bajo los aviones que iban y venían, montamos una banda y la desmontamos a los diez años. En general, fui muy feliz. Nunca llegamos a tocar en directo ninguna canción de los Rolling ni de los Beatles. Y ahora, mientras barro mi casa, el avión vuelve a cruzar el salón y me trae una sensación reconfortante. Yo tengo el Nº 4.298.464.

1 comentario:

Iñigo dijo...

PEDAZO DE DISCO Y DE RELATO!!